Los retenes son excelentes para evitar fugas o el intercambio no deseado de fluidos, gases o sólidos desde un elemento que los contiene al adyacente. Un ejemplo puede ser el de evitar fugas de lubricante desde las cajas de cambios o motores de explosión hacia el exterior.
En algunas aplicaciones, como en los turbocompresores y bombas de productos químicos, se usan elementos similares llamados Retenes Mecánicos con superficies de metal, cerámica y/o grafito que solventan los problemas del caucho con las altas temperaturas y los disolventes evitando de igual manera las fugas hacia el exterior.
En máquinas y turbinas que mueven sólidos en grano o polvo se emplean Retenes para evitar que estas partículas entren dentro de la misma. De esta forma se evita la destrucción de los rodamientos y otras partes que componen las máquinas y motores, pues de lo contrario el lubricante puede escapar o algún contaminante puede ingresar, originando una avería de la máquina.
Los Retenes se montan mediante herramientas que permiten encajar adecuadamente en su emplazamiento sin dañar el labio, y se sujetan mediante una arandela elástica de retención (circlip o Seeger). Antes de colocar el retén se lubrica con grasa o aceite. De este modo se disminuye la fricción al deslizar la pieza por la superficie de contacto y protege los labios del retén cuando se pone en servicio por primera vez o después de ser reparada, ya que se debe colocar un nuevo retén cada vez que se realiza un arreglo en el mecanismo en el que fue montado.